La televisión a fondo

La entrevista como recurso fácil en la producción de televisión

Por Orlando Holguín

En momentos en que la producción de la televisión local es  objeto de algún tipo de cuestionamiento, es propicio tratar algunos aspectos concernientes a la pantalla chica. 

Hemos venido notando cómo la entrevista se ha ido convirtiendo, si se quiere, en la tabla de salvación de diferentes espacios de televisión. El tiempo ha avanzado y este recurso se ha hecho presente en casi todos los programas de variedades, diarios y semanales. Hoy es difícil dar con una producción donde en cada entrega no  entrevisten a un artista o figura de  cualquier ámbito o quehacer del arte popular y del espectáculo, con el agravante de que hay quienes llevan a más de un invitado. El asunto es más notable desde que conductores, presentadores y figuras centrales de muchos espacios comenzaron a invitar y a entrevistar a mansalva a sus propios colegas. Luego estos recibían en su terreno a quienes los habían entrevistado pocos días atrás.  

¿Cuántas veces habrá ido un Leonardo DiCaprio, por mencionar un ejemplo (podría ser Beyonce, Barbra Straisand, Will Smith, Julia Roberts o cualquier otra estrella), a Late Show, a The Tonight Show, o a cualquier otro espacio similar? Sí, tal vez más de una vez en algunos casos. Ahora bien, además de que la entrevista es parte del formato de esas famosas y legendarias transmisiones, es difícil que un invitado repita en poco tiempo, pero también es muy cuesta arriba que usted lo vea de canal en canal y de programa en programa, y también es difícil que el televidente lo disfrute en una entrevista a la semana siguiente de haberlo visto en otro canal o entrega.   

A nuestro entender, la entrevista en los formatos de televisión locales se ha convertido en un círculo vicioso, tanto, que  tal vez hasta se puedan percibir como una manera  de un equipo de producción  salir de apuros, sobre todo cuando en muchas ocasiones invitan a artistas y figuras que no tienen mucho que decir, es más, a veces no tienen nada nuevo que expresar o presentar.  

El recurso de entrevistar artistas, estrellas y colegas no es condenable, pero con los “eptecientos” canales de televisión que tenemos, y por ende los 3 mil programas, desde que Dios amanece hasta que se acuesta, fácilmente usted ve a un artista o invitado hasta cinco  o más veces en un promedio de tres o cuatro semanas. Ni hablar de que muchas veces estas entrevistas tienen como fin la promoción y difusión de algún tipo de evento o acontecimiento relacionado con el o los invitados. Es aquí donde los famosos “media tours” convierten a las entregas televisivas en la más fácil e idónea forma de promoción para eventos, espectáculos,  shows, obras, películas etc. Ahora bien, desde nuestro punto de vista,  el espectador hoy día desea algo más, puesto que quizás no le satisfaga que una producción de televisión se convierta en plataforma de promoción, y sí esperan otros atractivos.  

Por otra parte, lo ideal sería que haya pasado un tiempo considerable desde que el televidente vio, supo o disfrutó de una entrevista con x figura. Así mismo, consideramos que los tiempos mandan a que un esquema de producción no obligue al público a ver una entrevista con un artista, comunicador, cantante, merenguero, bachatero, salsero, etc., para que cuente la misma historia, para preguntarle cómo se inició, cuáles han sido sus éxitos y vicisitudes, porque ya muchas de esas historias están muy manoseadas o el auditorio se las sabe al dedillo. Sí, la pregunta viene bien: ¿Le interesa a la nueva generación sentarse frente a la pantalla para ver y escuchar esas historias, con lo poco dispuesta que está a conocer del pasado, no solo en lo que al arte popular se refiere, sino en cualquier otro ámbito? .

Por otra parte, entrevistar es un arte, se estudia, lo enseñan en la comunicación,  se cultiva y se perfecciona. Hemos trabajado con importantes figuras y a estas, como a muchas otras, las hemos visto realizando entrevistas, por lo que podemos establecer, igual que puede hacerlo un televidente promedio, quién sabe hacerlo y quién no. Yaqui Núñez y  Freddy Beras Goico (EPD) eran excelentes entrevistadores. Ni hablar de una Jatnna Tavárez. No era el mismo Yaqui entrevistando a un merenguero en el Show del Mediodía, que a una figura solemne (alejada del arte popular) en su espacio “Otra vez con Yaqui”. Tampoco era el mismo Freddy Beras entrevistando a un artista que a un político, en momentos sociales apremiantes, como tantas veces lo hizo. Jatnna se desdobla si tiene que entrevistar al presidente de un país, a un Ismael Cala o a un Mozart La Para. En este sentido, hay conductores que saben llevar el hilo de una entrevista, hay quienes no, otros ni siquiera se documentan, y ni hablar de los tantos que no manejan el lenguaje primordial: el verbal, pero tampoco el corporal ni el técnico. 

Finalmente, los programas de televisión y sus productores pueden y tienen el derecho de recurrir a la entrevista como elemento de producción, pero no deberían convertirlo en una rutina y en una especie de escape o salida rápida. De ser así, en el recinto de creatividad de algunas producciones se podrían escuchar frases como: “¡Si nos canceló fulano, llamen a mengano, y si no a zutano!”